El sanjuanero es un ser humano con muchos valores; ha sufrido a todos lo largo y ancho de la historia de la república dominicana, sin que se pueda observar desarrollo para sus habitantes.
A pesar de los aportes que como provincia agrícola ha venido realizando, nunca le ha llegado para que exista un verdadero desarrollo económico, y humano sostenible.
De San Juan, podemos decir: Que una clase social fue quien ostentó los mejores privilegios durante los últimos cincuenta años y, quienes a pesar de todo, era una clase unida, con visión de desarrollo más avanzado a la de la época actual.
Muy cierto, que esa clase social se adueñó de las instituciones políticas, sociales y económicas, y de incidencias de aquella época donde un grupo reducido de personas eran quienes decidían los qué iban a operar en la justicia, en los más medias de comunicación y las diversas instituciones.
Ellos, eran una logia, una aristocracia que con su poder social abrían y cerraban puertas, sin tener que enfrentar a nadie. Tan sólo buscaban los linajes de cada uno, y a partir de ahí te tronchaban todos los caminos, era como una especie de condena social.
En verdad, podemos decir que de ellos solo quedan sus recuerdos sin que una impronta o, un legado en beneficio de la colectividad se pueda exhibir.
Sin embargo, de ellos, sus riquezas ha venido a parar a manos de personas que ayer no eran más que pobres diablos quienes al incursionar en la política le ha dado nombre social y económico sin que ello implique una autoridad moral; no obstante se puede decir que no existe una visión de desarrollo humano y económico para nuestra población.
También se puede decir qué no hay una unión entre ellos ni para saber lo que significa qué interés proteger en un momento dado. Los anteriores Sí lo tenían bien definido.
Hoy, la clase que está suplantando la de ayer que sí en verdad ocupó su lugar. Y, ¿Cómo fue que se incorporó? una parte por una lado ocupó importantes posiciones políticas, de allí saltó a lo económico, y ha dejado la política para tener seguridad económica; hoy, ya no son políticos, son empresarios y usureros en sus mayorías.
De los que están en esa CIMA, creemos no durarán gran tiempo, toda vez que tienen un liderazgo como las arenas de las playas que con cualquier oleaje se van. Por otro lado no tienen una visión de crecimiento ni de desarrollo cómo en años anteriores los tuvieron aquellos de las décadas de los años sesenta hasta de dos mil diez.
Si los ubica en el ámbito intelectual, aquellos sí tenían una formación cultural mucho más y mejor formada que la de ahora que sólo ven su norte en el préstamo informar, explotar al campesino, adueñarse de sus tierras y, asaltar algunas instituciones, sólo para desde ahí operar más con maldad que con el deseo de dar prosperidad y amor a una población.
Pero, mientras esto ocurre, se forma entre ellos un aparente crecimiento económico, sin que los mismo tengan respuesta a unas series de variables que se avecinan. Es, de vaticinar que en crecimiento paralelo también de otra clase política, económica y, empresarial que proviene de capitales oscuros, no tendrán el valor y la sutileza para enfrentarla.
En verdad, le falta valor, visión y capacidad, para enfrentarla, y vaticino que terminaran arrodillados a esa clase que viene crecimiento como la verdolaga, donde lo que más habrá es el famoso lavado que destruye inexorablemente y sin piedad a los que se quieran superponer a ellos.
En cuanto a lo de abajo, a ellos nada le importa, viven del día a día y, sus problemas no está en la acumulación de bienes materiales porque nunca lo han tenido. Pero mientras el hacha va y viene, otros optan por irse de este horizonte que a la posteridad nada bueno ofrecerá.
Luego que pasen quince años, este escrito dará la razón a éste humilde servidor frente a ustedes y sabrán que no me he equivocado, tal vez cuando haya hecho una parada o un alto en el camino.
El autor es Abogado y Periodista Leandro Ortiz de la Rosa.
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