Dentro de las actividades recreativas del dominicano se destaca el juego de dominó, donde las personas apuestan el pote, la cerveza, el mabi, la fruta y hasta la puyaca.
El dominó es un desahogo, un bote de estrés y de esas energías que acumulamos en momentos de tensión en el trabajo, en la casa u otros círculos sociales en que nos escapamos para a través de ellos conseguir otros tipos de recreación o esparcimiento.
Los muchachos del dominó son extraordinarios, decente, trabajadores, de buena formación, aunque revoltosos, berrinchudos, inquietos y sobre todo, donde existen palabras fuera de tono, y hasta cargada de ofensas de todos tipos que lo único que la calma es la llegada de la otra jugada para enmendar el error de la dominación pasada, pero jamás se quedan los rencores.
Nunca falta el de afuera, el que ataca y J la P, quien al ver una jugada que no se corresponde vocifera e insulta al que está jugando; sin embargo, es ahí donde se pone de manifiesto la cólera, el boche, el insulto del frente del de afuera tendientes a acorralar al mal jugador.
He visto muchas partidas de dominó y jugadores de todas las especies donde he llegado a la conclusión que no existe el jugador perfecto; todos fallan en la menor espera y mas aún cuando la jugada se encuentra en su buena para que vengan las reprimendas e insultos de los presentes y el propio frente.
De las señas que muchas veces han dado origen a pleitos y desencadenado en lo peor. Lo cierto es qué hay señas que ya son permitidas, las duras, las blanditas, jugar rápido o jugar dando duro o tocar despacio, el pensar cuando viene el famoso cuadre ¿Cuántos asuntos es qué hay que tomar en cuentas para sincronizar con el frente?.
En el juego de dominó se da algo suyeneris, es qué la adrenalina del juego se junta con el Ron y los efectos de ambos; mientras juega y va perdiendo se aumenta el deseo de seguir tomando y jugando a tal punto de que hombres aficionados al juego de dominó dejan plantada cualquier mujer sin importar que sea la primera salida, y sí se trata de la esposa y una salida con la familia las han dejado plantadas en innumerables ocasiones.
¿Es el dominó un entretenimiento o, un juego de sociedad de todas las élites? Hoy se dice que algunos o muchos de los círculos sociales no conciben un cumpleaños, una fiesta y la partida de un familiar sin una mesa de dominó; si es un paseo para el río o la playa allá van acompañados de la mesa y la cajita con las fichas dentro no se quedan.
Hoy los encuentros entre civiles, militares, religiosos, deportistas y profesionales de todas las áreas hacen proyectar y amplían las relaciones humanas por medio del juego de dominó a tal punto de que cuando un jugador muere deja un vacío que solo dicen ¡Caramba se me fue mi tercio de jugada!
Vivan los jugadores de dominó que han sabido en sus agridulces de la partida controlar las emociones a tal punto de gozar y evitar que la adrenalina del mismo no proporcione jamás caer en ofensas en lo más profundo de los sentimientos humanos.
Vivan los hombres que en el juego de dominó integran la familia en un sano compartir acompañados de gentes que no solo se ven como amigos sino como hermanos.
Eh, ahí la necesidad de que las mujeres jefas de familias en asimilar y comprender que el juego proporciona sumo entusiasmo y que deben diseñar estrategias para que el dominó jamás le aparte de la familia; sepan que el juego es un escape momentáneo, pero qué la verdadera emoción y felicidad NO las da el juego de dominó, sino el sano compartir en el hogar.
Por Leandro Ortiz de la Rosa.
El autor es comunicador social.
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