Los apagones, los altos precios, los mosquitos que aumentan los casos de dengue, los virus gripales, el calor y claro, la violencia y la delincuencia mantienen al país agitado. La gente está incomoda y no necesita permiso para expresarlo.
Cada una de esas situaciones constituye un elemento que molesta y si bien los insectos de la clasificación aedes aegiptys, las gripes y el clima no son culpa de nadie, hay elementos que los magnifican.
Así, la desorientación, el descuido de la población y la falta de acciones contundentes de las autoridades propagan las enfermedades. Igual, la falta de energía eléctrica hace que las temperaturas altas sean más sentidas.
Pero de todos esos males del primer párrafo, el elevado costo de los alimentos, la violencia y la delincuencia son los más acuciantes, los más evidentes y degeneran en una atmosfera de incertidumbre, de temor y de terror.
Los argumentos del gobierno sobre la escalada alcista, como definen los teóricos de la materia al encarecimiento de la comida, no satisfacen a un pueblo que hace rato compra el arroz, la habichuela, vegetales y carnes por las nubes. Esas alzas no son nuevas, aunque ahora sea cuando llegue el asombro.
Las agresiones de todo tipo estampan un sabor desagradable en la boca y el cuerpo entero. Las reacciones crispadas por menudencias concluyen incluso en desenlaces fatales como muertes y son un desafío para las autoridades.
Un reto casi tan grande como la delincuencia, que cierto es, siempre ha estado de moda, mas de vez en cuando le da por recargar baterías y copar las calles de forma abrumadora, angustiante.
¿Cómo combatir tantos males, tantos frentes abiertos?
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