La amabilidad y honestidad en los despachos del Sistema Judicial, debe convertirse en eje transversal de cada área de desempeño de nuestro sistema de administración de justicia. Es una prenda que ha de estar presente en todo funcionario judicial y servidor público. Es parte de la agenda de cada institución y de cada servidor, está escrito en el marco teórico y legal, en el código de ética inherente a toda institución que promueve el sistema de servicio civil y carrera administrativa.
Es fundamental para fortalecer la imagen de la función judicial, sirve para la promoción de un liderazgo de calidad. En el caso de los jueces, fiscales, personal de apoyo y sus auxiliares, su principal función se centra en esos valores, que luego permite la armonía en el trabajo formal, y muy útil para evitar problemas entre los empleados, y usuarios del sistema. También contribuye a la solución de los conflictos que se les presenten.
La humildad, honestidad, sencillez, y sinceridad son reglas de vida que debemos adoptar haya o no haya recompensa. Ésta será por lo general un compromiso del deber cumplido y del respeto que se le pueda profesar a la institución con sentido de pertenencia. Por lo general suceden críticas de compañeros en relación de cómo se deben dirigir los tribunales y las oficinas es públicas.
Soy de opinión de que todos aquellos que dirigen un área del sistema judicial deben hacer un análisis introspectivo acerca de la percepción que se tienen de sí mismos y de ella. Una falta de observación de los males que les aquejan ocasiona lo que dicha inobservancia genera hacia dentro y hacia fuera, se convierte en una bomba de tiempo para la buena marcha y la buena imagen de una despacho judicial; de ahí provienen los calificativos, se les tilda de ineptos, incapaz descuidados, y demás hierbas aromaticas.
Estas faltas siempre hay tiempo para corregir, a través de un mecanismo de supervisión fuera de la institución. En el accionar de cada juez, fiscal, empleados, alguacil, secretaria, mensajero y personal de apoyo, está la cara que proyecta de forma positiva o negativa un Departamento Judicial, Una Procuraduría General de Corte, Una Procuraduría Fiscal y un Juzgado de Paz y sus equivalentes.
Debemos tomar en cuenta y enarbolar de forma correcta el proverbio Árabe que dice: "Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego, una mente pervertida, un ser sin humanidad y un funcionario sin formación en valores". La humildad y la honestidad son prendas esenciales de todas las personas que han de dirigir un despacho judicial. Quien las tiene garantiza el fortalecimiento del sistema judicial con óptimos resultados en provecho del desempeño institucional.
Una persona sencilla, humilde, honesta, amable, respetuosa se considera igual a los demás y nunca se siente por encima de todo, ni superior en ningún sentido, respecto al resto, no menosprecia a los demás, no tiene afán de EGO ni trata de destacar ni presumir y mucho menos necesita sentirse admirada ni reconocido. Asumir ese comportamiento como corolario de vida en cada institución sea pública o privada o de manera individual, traerá óptimos resultados y, armonía en todo Departamento Judicial, Procuraduría General de Corte y Procuraduría Fiscal.
Por Leandro Ortiz de la Rosa
El autor es Abogado y Periodista
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