Por: Roberto Rosado Fernández, educador
La sociedad de hoy y, si se quiere, de antaño, espera que el docente tenga adecuadas competencias, habilidades, destrezas y técnicas para generar curiosidad, participación e interés de sus estudiantes que los conduzcan a adquirir aprendizajes de calidad con los cuales puedan desenvolverse en la sociedad.
Se espera que su labor docente produzca un impacto transformador tanto en el aula como en su contexto profesional. Por esta razón se le exige disciplina y rigor tanto en lo que debe hacer como en lo que hace. Debe ser el investigador de su propia practica; modelo a seguir y un ejemplo de ética y de moral. Ha dicho Ricardo Nassif,’El maestro es el espejo donde el alumno se mira’. Seguir esta orientación es de gran valor para cada docente como parte de la sociedad.
Educar para Eugenio María de Hostos, es el camino para sacar a la gente de la ignorancia y desarrollar la capacidad de razonamiento. El progreso y la unidad solo se alcanzarían por medio de la educación ‘.
Para José Martí el fin último de la educación es formar ‘hombres buenos, libres y útiles ‘y para ser libre debe desarrollar su individualidad y su capacidad creativa. Ese es el gran compromiso de cada docente en todo el trayecto de su ejercicio como formador.
El docente que asume con amor y entrega la enseñanza de sus alumnos se convierte en educador dentro y fuera de las aulas, y deja improntas en sus alumnos que los marcan de por vida.
Las clases formales deben ser divertidas, se enseña el valor de la puntualidad, de la honestidad, de la disciplina para la formación de un hombre integro capaz de desenvolverse por si mismo y afrontar con éxito las situaciones que se le presenten en la vida diaria.
El verdadero docente descubre el potencial de sus alumnos en lugar de vaciar sus conocimientos en el aula de manera vertical sin detenerse a conocer a los estudiantes y alentar el potencial de cada uno.
El docente que realiza este tipo de labor nunca será olvidado por sus alumnos. Lo comentan en cada espacio donde realizan sus labores cotidianas. Lógicamente, es repudiado por aquellos cuyo propósito es adquirir el titulo sin ningún esfuerzo.
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