Partiendo de lo que encontró al asumir el mandato, y de lo que se le ha ido agregando en el camino en distintos órdenes, el presidente Luis Abinader ha ido saliendo a flote y -salvo las opiniones de opositores, de interesados o de los renegados, que siempre van a encontrar tema para hablar, criticar y atacar- no ha estado haciendo mal gobierno.
Que hubo errores, que ha desafinado el solo intento de tocar algunas teclas en momentos no convenientes, muy cierto, pero habrÃa que ser ciego o poco serio par no reconocer ni aceptar la gran diferencia. Si a pesar de los efectos nocivos de la pandemia y del descontrol de los precios de la comida y de todo por factores externos que el gobierno ni el paÃs manejan, muchas cosas han salido bien ¿para qué inventar o “enchinchar” con algunos asuntos que un amplio segmento de la población no entiende o no acepta, porque levantan ronchas o pueden mover a sospechas?
Por ejemplo, como el tema de Punta Catalina -manzana de discordia y fuente de cuestionamientos desde su origen-, que debió ser mejor manejado y evitarse ruidos innecesarios, solo conque el presidente lo asumiera en persona, empeñara su palabra y dijera lo que finalmente tuvo que decir para apagar el fuego y calmar los ánimos: que las dos plantas citadas “no se venderán ni se privatizarán, mientras yo sea presidente”.
Suficiente…Poniendo en claro los puntos flacos y comprometido públicamente el presidente, seguir hurgando y dudando serÃa una necedad. De todos modos, a dar soporte y a “amarrar” bien lo que ya se tiene y es del Estado, y que el hablar de “vender” o “privatizar” (¿) se entienda como un pecado condenable y perseguible. Sencillamente, porque Punta Catalina – con todo y los males viejos- entraña un renglón estratégico para Estado y gobierno, que evita que un descarnado sector privado les ponga de rodilla y apague el paÃs cada vez que le venga en gana exigiendo pago, como ocurrió muchas veces en el pasado (¿).
Otro punto espinoso es el reintento de ponerle la mano a la Constitución, por lo que tanta gente marchó y protestó en este paÃs, incluyendo a Abinader y al PRM, y que llevan a mirar al pasado, a perder aliados y a que algunos de ellos, como Guillermo Moreno, exprese que: “Es común que cada gobierno quiera hacerse una Constitucion a su medida”. ¿Y cuál es la urgencia y la necesidad de eso? ¿Por qué no mejor atender el pedido del presidente del Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara, de aprobar los reglamentos y leyes complementarias, mandatorios desde la reforma del 2010 y sobre lo que no se mueve una paja?
Lo cierto es que, si muchas cosas se han hecho y le han salido bien al gobierno de Abinader, mal harÃa con meterse en camisa de once varas y, habiendo ya terminado la luna de miel, poner en riesgo el apoyo popular y el respaldo de aliados polÃticos importantes. Maxime, cuando se esperan tiempos difÃciles de demandas sociales y de crÃticas polÃticas desde distintos frentes, por lo que serÃa inteligente que, al desgaste natural de todo gobierno en ejercicio, no se le agregue disgustos que pudieran evitarse. Es mi consejo.
JPM
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